Con un 50,68% de participación ciudadana, el Plebiscito Nacional 2020 de Chile fue la votación más alta desde la vuelta a la democracia. Pese a que fue postergado seis meses por la pandemia, 7.562.713 chilenas y chilenos sufragaron en territorio nacional y en el extranjero para romper todos los registros históricos. Aun así, una cifra cercana al 8% de electores habilitados quedaron excluidos del proceso, dejando en evidencia una de las principales falencias que presenta nuestro sistema electoral.

“Esperamos que en las próximas elecciones del 11 de abril las personas con covid puedan votar y estamos trabajando para eso con el Ejecutivo y el Legislativo. Es un compromiso de palabra que adquirimos directamente y mirándonos a los ojos con el Presidente Piñera”. La cita del presidente del Consejo Directivo del Servicio Electoral de Chile (Servel), Patricio Santamaría (64), en entrevista con La Tercera el 30 de octubre pasado, insinuaba por primera vez -después de una importante elección- la posibilidad de incorporar el voto anticipado u otras formas de facilitar el sufragio de muchas chilenas y chilenos.

Ese mismo día, en una conversación más extensa con el medio SoyConcepción, Santamaría añadía que tras las evaluaciones de las elecciones de 2016 y 2017, se le había planteado a la Secretaría General de la Presidencia (Segpres) y a un grupo de parlamentarios, la posibilidad de implementar un voto anticipado. El ejemplo que puso sobre la mesa fueron los cien mil trabajadores en faenas mineras que no pudieron votar.

En Chile hay alrededor de un millón 100 mil personas inscritas en el padrón electoral, que equivale a un 8% del total de inscritos, que no pueden votar. Diversos especialistas dicen que ya es hora de cambiar esta realidad y para eso, hay grupos que se han organizado y que piden tener voz, y paradójicamente, voto, exigiendo mejoras en el sistema electoral.

Los excluidos de siempre

La pandemia fue la que puso la posibilidad de un voto especial en discusión, pero para Axel Callís, experto electoral y director de la agencia TuInfluyes, los contagiados no son el sector más importante. Dice que solo las personas que se encuentran postradas son seis o siete veces más que los positivos de covid. Para Callís, la abstención en números oculta mucho, empezando por la imperfección del padrón que presenta gente muerta, chilenos que residen en el extranjero, privados de libertad, etc. También otros grupos invisibles como los hospitalizados, personas postradas, adultos mayores que no pueden salir de sus casas y casos tan cotidianos como mamás que no pueden dejar solos a sus hijos o posibles votantes que no tienen para pagar la micro. Salvo los contagiados, estos grupos han sido excluidos históricamente de las elecciones y agregados sin ninguna distinción a la gran masa que compone la abstención.

Cristóbal Rosas (29) fue uno de los 9.784 casos activos reportados en el informe del Ministerio de Salud del 25 de octubre. Activista político y excandidato a concejal por la comuna de Valdivia, tras una extensa campaña por el Apruebo fue diagnosticado con covid positivo a cinco días de la votación. Terminó viendo todo por televisión, aislado en una residencia sanitaria y preocupado de los hisopados que les realizaron a sus familiares cercanos. A raíz de esto, a Cristóbal le nacieron dudas respecto del actuar del Gobierno en el control de los casos activos y los contactos estrechos.

Nunca lo notificaron de que no podía ir a votar, sí de que tenía que hacer cuarentena por once días, al igual que su familia al ser contactos estrechos pese a que dieron PCR negativo antes de la elección. Haciendo ficción con los números, si por cada positivo hay tres contactos estrechos como en el caso de Cristóbal, la cifra sube de 10.000 a 40.000. A los números anteriores hay que añadir los que esperaban los resultados del PCR, y así la cantidad sigue aumentando. “El Servel tiene las facultades para establecer protocolos en estos casos y si no, por último, se pudo haber legislado con suma urgencia un proyecto que habilitara el voto a distancia de manera excepcional. Fue una falta de voluntad política terrible, nos dejó a muchas personas sin derecho a votar”, dice Rosas.

Otro caso emblemático fue el de YoQuieroVotar, una organización conformada por estudiantes que viven en regiones distintas a las que estudian, los cuales no pudieron votar en el Plebiscito debido a problemas su domicilio electoral, ya que muchos de ellos estaban inscritos en las comunas donde estudiaban, pero por la pandemia tuvieron que quedarse en sus localidades de origen.

Náyade Soto, vocera y fundadora de la organización, tiene 22 años, es de Aysén y su mayor deseo era participar en las votaciones del Plebiscito el 25 de octubre, pero la falta de facilidades para ejercer su derecho a voto la dejaron al margen. Soto comenta que la principal demanda de YoQuieroVotar que le exigen al gobierno es que les dé una solución al problema de los muchos estudiantes que no pueden ejercer su derecho a voto. Para manifestarse, iniciaron una campaña en redes sociales en la cual publicaron fotos con sus rostros y un cartel con el hashtag YoQuieroVotar, así lograron darle mayor visibilidad a su situación.

Respecto de la demanda, Soto cuenta que al final se decidieron por pedir un cambio de domicilio, porque encontraron que era lo más responsable y lo que más respondía a su interés, que era poder votar de una forma segura. “Esto fue porque el movilizarnos a otras ciudades implica un costo monetario, hay que pagar un pasaje y pagar estadía”, cuenta Soto. Además, menciona que lo que más pesaba al viajar a otra ciudad era “el costo de la salud”, ya que “era muy peligroso y no tan solo para nosotros, sino que para todo nuestro alrededor, nuestras familias”.

Para llevar a cabo esto, primero se comunicaron con Jimena Órdenes, senadora por Aysén, que les comentó que en el Congreso había un proyecto durmiendo que trataba sobre implementar el voto postal para personas con covid y personas de zonas extremas del país. El proyecto fue presentado por Gabriel Boric en conjunto con los representantes del partido Convergencia Social.

Las votaciones en la comisión especial para el proyecto no llegaron a buen puerto, debido a que no se llegó al quórum. A pesar de eso, luego fueron invitados por la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) para exponer su situación ante la Cámara de Diputados, ya que en esa organización registraban más de cien mil trabajadores que se verían imposibilitados de votar en el Plebiscito al estar en faena, exigiendo que se realice una votación postal. Soto comenta que les pidieron hacer un catastro para ver cuántos estudiantes había en dicha posición, el cual, a pesar de cerrarse en solo una semana y media por el apuro que tenían, tuvo una gran cantidad de firmas.

El formulario que se usó para el catastro estuvo abierto desde el 11 de septiembre hasta el 27 del mismo mes y solo fue difundido por redes sociales, único alcance que tenía YoQuieroVotar para repartir su información. En él, se reunieron 2.234 firmas de estudiantes de todo el país que querían votar en el Plebiscito, pero no pudieron por su inscripción electoral. Entre las regiones con más firmas se encuentra la Región de Los Lagos, en primer lugar con 379; luego la Región de Aysén con 264; seguida por la Región Metropolitana, con 231 firmas. En la distribución, de acuerdo a región de inscripción electoral para votación, se encuentra la Región Metropolitana con 794 personas inscritas, continuada por la Región de Valparaíso con 410 personas, luego sigue la Región de Los Ríos con 213 inscritos. Con respecto a la posibilidad de dichos estudiantes de viajar a sus regiones de inscripción electoral, los resultados arrojaron que 1.060 —lo que equivale a un 47% de todas las firmas— no podían viajar a las regiones donde estaban inscritos para votar. También 760 personas, equivalente a un 34%, tenían planeado viajar, pero no era una certeza que lo hicieran, debido a factores económicos y de riesgo por la pandemia.

“Los tiempos de empadronamiento son de 90 o 120 días, pero tranquilamente pueden quedar en 60”, dice Axel Callís. “Lo que pasa es que la ley obliga al Servel a auditar los padrones antes de la elección y a generar los sorteos y selección de vocales en un determinado tiempo antes de las votaciones. Es una cadena que hoy en día en términos de tecnología se podría mejorar bastante en la mantención de los padrones”, comenta.

La piedra de toque, según Callís, es la falta de voluntad política para hacer los cambios. En el segundo gobierno de Michelle Bachelet, fue parte de discusiones y proyectos, pero quedaron en nada, y en sus palabras, fueron “solo por cumplir”.

“A mí me gustaría ver a un Servel mucho más activo, pero para eso es clave hacer ciertas modificaciones que no solo tienen que ver con los locales y los cambios de domicilio, sino que también con el voto anticipado. O que los trabajadores no solo tengan dos horas, que tengan cuatro, que existan mayores flexibilidades para que la gente pueda votar”, dice el experto.

Nayadé Soto se suma y agrega que “el voto postal es algo súper básico, es algo que puede pasar, no es algo descabellado o pensar que es arbitrario, en otros países se hace y desde hace años. Es avanzar a la modernidad”.

Problemas en el extranjero

Se estima que hay alrededor de 1.037.346 de chilenas y chilenos que residen en el extranjero, según los datos de la Dirección para las Comunidades Chilenas en el Exterior, órgano dependiente de la Cancillería. Después de una larga lucha, desde el 2017 los chilenos que se encuentran fuera del país pueden votar para las elecciones de carácter nacional. Para el pasado Plebiscito, 59 mil chilenas y chilenos estaban debidamente inscritos para participar. Catalina Escobar fue una de ellas.

La estudiante de ingeniería comercial de 24 años llegó de intercambio a Münster, Alemania, en septiembre de 2019, vivió el estallido social a la distancia y apenas anunciaron el Plebiscito, se inscribió para votar. Para hacerlo, tuvo que viajar ocho horas ida y vuelta a Frankfurt, el lugar que le asignaron. Debió pasar por las mismas medidas sanitarias que se implementaron en Chile, como llevar su propio lápiz azul, y al finalizar pudo compartir con los demás compatriotas unas mini fiestas patrias.

En la última elección alemana cerca del 25% de las personas votaron de forma anticipada o por correo, medida que se implentó el 2013 para casos especiales y que se ha ido expandiendo con el tiempo. “A mí me hubiera gustado votar así, como vivo lejos del consulado, que me llegara una carta, la relleno y listo, la envío. Sería todo mucho más fácil, al menos acá en Alemania funciona”, señala Escobar. Pese a las dificultades, Catalina fue una privilegiada al poder votar.

La Red Chile Despertó Internacional (ChDI) es una articulación de organizaciones autoconvocadas y autónomas de chilenos en el extranjero que abarca 40 ciudades, repartidas en 16 países de Oceanía, Europa y América. Desde el 18 de octubre de 2019, se han encargado de entregar apoyo a las comunidades chilenas para organizarse en las ciudades en que residen y para articularse a nivel nacional e internacional. Además, actúan como plataforma de comunicación de lo que ocurre en cada ciudad del territorio internacional con el objetivo de apoyar y coordinar acciones concretas.

Betzabeth Marín, representante y vocera de ChDI que reside en Barcelona, comenta los problemas presentados en varios países, que dificultaron las posibilidades de votar de muchos chilenos. “La distancia de muchas ciudades con respecto a los consulados de votación hace muy complicado que varios chilenos puedan movilizarse, sobre todo en el contexto de pandemia, más el gasto económico y de tiempo”, dice.

Así es el caso de Liliana y Rocío, chilenas que residen el Salvador Bahía, Brasil, quienes entregaron un testimonio para la página de Facebook de la red. Ambas dejaron registro de su reclamo donde explicaban que no pudieron votar porque solo existen 4 sedes de votación en Brasil, un país de tamaño continental, las cuales todas quedaban extremadamente lejos de Salvador Bahía, a esto se le suma el contexto de pandemia que se vive en el país, ya que es uno de los que más contagios de covid registra a nivel mundial.

Marín afirma que la red ChDI mantuvo negociaciones con el Servel para que se implementen consulados móviles, pero estos fueron escasos y no suponían un gran aporte. Además, agrega que “el Servel deberá disponer de consulados honorarios, donde un ciudadano puede disponer de su casa para el día de las votaciones”.

otro punto importante que recalca Marín, es la incorporación de un voto postal: “Con este sufragio se facilitaría el derecho a voto para muchas personas que tienen problemas con las distancias a la hora de votar, pero ya hay proyectos en el congreso acerca de eso, el problema es que no avanzan”, afirma la vocera. También comenta que dichos proyectos no tienen avance en las Cámaras porque “la derecha asume que todos los chilenos en el exterior son de izquierda, lo que significaría darle votos a la izquierda, cosa que no puede estar más errada, porque efectivamente hay ciudades donde la derecha ha ganado en votaciones anteriores”, dice.

En el Plebiscito del 25 de octubre, votaron 30.912 chilenos y chilenas, distribuidos en 65 países, lo que corresponde a casi un 52% del padrón habilitado para sufragar. Esta cifra pudo haber sido mayor si existiesen condiciones que facilitaran el ejercer el derecho a voto, como por ejemplo la presencia de consulados honorarios y/o el voto postal.

Según el artículo 15 de la actual Constitución de la República, en las votaciones populares el sufragio será personal, igualitario, secreto y voluntario, cosa que Santamaría y el Servel quieren seguir protegiendo. Por eso, se prefiere un voto anticipado, un mecanismo donde se habiliten mesas de votación semanas antes para que se pueda sufragar con antelación. Santamaría, en la misma entrevista con SoyConcepción, descarta el voto postal porque dice que “ese sistema no asegura el secreto del voto y no se sabe si es personal, porque no sabemos si en verdad vota esa persona”.

Por otra parte, Callís asegura que hay que generar un voto excepcional que sea postal, como es en cualquier parte del mundo, y sacar el aspecto presencial del voto para las personas que no lo puedan hacer. “Esto no va a generar un manto de oscuridad sobre las elecciones, esto va a generar un proceso donde la voluntad del elector es lo más importante”, dice el experto, que cree que esa opción en el sistema de votación favorecía a la participación democrática.

Sea cual sea el modo que se aplique, Santamaría ya comprometió al Presidente Piñera y a La Moneda para que en las próximas elecciones haya facilidades para quienes tengan dificultades para votar. A su vez, en el Congreso descansan cuatro proyectos de ley que también buscan modificar aspectos que faciliten la participación, entre ellos cambiar los plazos para los cambios de domicilios. El voto va encaminado a la modernización y los invisibles se están haciendo notar.

Destaques:

“Nos decidimos por pedir un cambio de domicilio, porque encontramos que era lo más responsable y lo que más respondía a nuestro interés que era poder votar de una forma segura, porque el movilizarnos a otras ciudades implica un costo monetario, hay que pagar un pasaje y pagar estadía”. Náyade Soto, fundadora de la organización YoQuieroVotar.

“Con el voto postal se facilitaría el derecho a voto para muchas personas que tienen problemas con las distancias a la hora de votar, pero ya hay proyectos en el congreso acerca de eso, el problema es que no avanzan”. Betzabeth Marín, Vocera de la Red Chile Despertó Internacional.

Mauricio Guerra

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

Juan Carlos Escobar

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile