Desde 2014, Televisión Nacional está en números rojos. El canal declaró pérdidas acumuladas por 79 mil 500 millones de pesos al primer trimestre de 2020. Con un cuarto puesto en el rating y una disminución progresiva de sus ingresos por publicidad, la misión y sobrevivencia del último medio público de Chile se ve entrampada en normas legales que le exigen competir y autofinanciarse, en un escenario mediático donde los grupos económicos han tomado el control de la televisión abierta.

 

“Ese crédito con aval del Estado se nos acaba en menos de 10 u 11 meses. A mediados del próximo año no vamos a tener recursos para mantener la operación del canal”. Así describía el 26 de junio la situación de Televisión Nacional (TVN) en la comisión de Cultura, Artes y Comunicaciones de la Cámara de Diputadas y Diputados uno de los directores del canal, Gonzalo Cordero (UDI).

El exmiembro del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y asesor de la campaña del presidente Piñera en 2017, comentaba que el crédito de 48 mil 500 millones que contrajo la televisora estatal no rendiría más allá de junio de 2021. Además, aclaró que hace más de 13 años que el directorio de TVN “entregó” el edificio de Bellavista 0990 a los bancos Itaú y Santander en una operación de lease-back, es decir, se vendió y en seguida se arrendó con opción de compra.

En 2005 la señal pública reportó pérdidas por primera vez: 2 mil 200 millones de pesos, durante la gestión del entonces presidente del directorio y exministro de Eduardo Frei Carlos Mladinic (DC). A cambio del rescate financiero, TVN se endeudó a 20 años por 4.041,16 UF mensuales. Este sería el primer aviso de la fragilidad económica del canal.

Pese a que la televisora se recuperó rápidamente, el 2014 volvió a las pérdidas, y desde entonces no ha parado. En medio de una seguidilla de conflictos en los directorios, gatillados por la intervención de Sebastián Piñera, y ante la creciente competencia que supuso la llegada de Turner, Bethia y el grupo Luksic a Chilevisión, Mega y Canal 13, respectivamente, TVN ha caído en audiencia, calidad y capacidad de producción.

Sin recursos para mejorar su programación, este año es clave en el futuro del último medio público del país.

 

El cepo del autofinanciamiento y los vestigios del binominal

 La desventaja de TVN respecto de los otros canales de la señal abierta tiene su origen en la Ley 19.132, promulgada en 1992 y creada con la intención de reivindicar a la televisora tras su rol en dictadura.

La normativa, además de definir su misión pública, le asigna la responsabilidad de autofinanciarse con los ingresos que perciba por publicidad, dejándola en las mismas condiciones competitivas que el resto. Si bien el modelo funcionó durante los noventas y principios del dos mil, todo cambió para TVN con el ingreso de los grupos económicos a la cabeza de los canales privados.

A esto se suma otro gran problema para la estación, que deriva de su administración eminentemente política: el presidente del directorio es nombrado directamente por el Mandatario, quien también propone al Senado a los otros seis miembros, quienes a su vez deben responder a los intereses de las dos coaliciones que nacieron con el retorno a la democracia.

Según la periodista María Olivia Mönckeberg, autora de Los magnates de la prensa, este nombramiento está atado a la Constitución de 1980 que “se complementó con las leyes orgánicas constitucionales y con el sistema binominal. Desde entonces, todas las entidades tendieron a binominalizarse”.

La expresidenta del Colegio de Periodistas y directora del Programa de Libertad de Expresión y Ciudadanía de la Universidad de Chile, Javiera Olivares, percibe esta ley como un vicio de la transición a la democracia, que interpretó el pluralismo como dar cuotas de poder a la Alianza y la Concertación, “sin buscar verdaderamente una definición pluralista de composición del directorio, que incorporara por ejemplo a sectores académicos, organizaciones sindicales y sociales, entendidos en la materia, o incluso participación de pueblos originarios de nuestro país”.

Para la periodista es “increíble” que, a décadas de la promulgación de la ley de Televisión Nacional, no se haya modificado aún el nombramiento del directorio, mientras en espacios públicos como el Congreso se han eliminado las nominaciones binominales. “Aquí [en TVN] quedó anquilosada esta idea binominal propia de esta transición”.

 Pedro Chaskel, presidente del sindicato 2 de Televisión Nacional, resume la historia de la administración de TVN en una frase: “Es relevante la cantidad de gente inepta que llegó a hacerse cargo de distintos puestos ejecutivos en TVN los últimos diez años. Y cuando digo gente inepta no estoy insultando, me refiero a gente que no tiene las aptitudes”.

La única propuesta de reforma a la ley de TVN en 28 años se impulsó en el segundo mandato de Michelle Bachelet, que proponía la modernización del directorio del canal para incluir gente con mayores conocimientos en educación y trabajo audiovisual, tratando de cambiar directorios históricamente conformados por abogados e ingenieros comerciales.

Sin embargo, los pocos acuerdos logrados con la oposición redujeron el proyecto a una ley corta, la 21.085, promulgada en 2018, donde además de pactar la creación de un canal cultural dependiente de TVN, se aprobó una capitalización por US$ 47 millones, equivalentes a unos 36 mil millones de pesos, para salvar al canal.

 

El principio del fin

El periodista Luis Breull, experto en audiencias e industria televisiva y académico de la UC, apunta a lo costosa que se fue haciendo la televisión chilena desde la primera parte de la década pasada, con la entrada de grupos económicos a los canales abiertos.

Breull destaca la existencia de un pequeño staff sobrepagado en los canales, entre ellos los rostros: “Hace poco un canal de televisión tuvo que despedir a 80 personas del área de prensa. Echando a los 80 se ahorró 900 millones del presupuesto anual, pero sólo cinco de ellos costaban 450 millones. Los sueldos son aberrantes en grados de desigualdad”.

Por esta razón, el año pasado el directorio de TVN fue citado a declarar ante el Senado respecto de los sueldos del personal contratado, luego de negarse a entregar un informe con las remuneraciones. Con llegada de pandemia, sin embargo, los directores se vieron obligados a recortar a la mitad los sueldos de sus estrellas.

El académico de la UC explica que este es un fenómeno asociado al ingreso de Bethia y el grupo Luksic a la televisión abierta, pues comienzan a optimizar costos y externalizar servicios: “Una teleserie hace 5 o 6 años podía costar 4 mil 500 millones de pesos y tenían expectativas de audiencias para poder financiarse que fueran más o menos de 15 a 17 puntos de rating”. Esto cambió con tácticas como hacer capítulos más cortos, de 22 minutos, y rellenar para lograr el promedio de 40 minutos. O reduciendo la planta de creativos para conservar un núcleo duro que escriba las teleseries que serán producidas por terceros. “Son tácticas que se generaron en una industria que se fue empobreciendo”, sentencia Breull.

A esto se suma el impulso inversionista que dio el grupo Bethia a su recién adquirido canal Mega, atrayendo con mayores sueldos a plantas enteras de trabajadores de señales como Televisión  Nacional y Canal 13.  Rematando con un golpe que Breull describe como: “una estrategia nefasta para la industria: empezar a vender la publicidad a un tercio de lo que vendía TVN y Canal 13. Bajaron completamente todos los precios de avisaje de 2014 para adelante”.

De esta forma, Mega logró concentrar el 50% de la torta publicitaria, manteniéndose aún como la señal abierta con mayor cuota de avisaje, vía principal de financiamiento del canal nacional.

 

Piñera y la debacle

“Ricardo Solari recibió de Mauro Valdés en su momento 38 mil millones en caja y desde el año 2014 en adelante, en un declive enorme, estuvo pagando unos sueldos que no se podían sustentar. Hace muy poco se logró frenar la fiesta del despilfarro de TVN”. Así analizó la venta del edificio corporativo de TVN el diputado de Evópoli Luciano Cruz-Coke, que como actor  trabajó de 2001 a 2004 en el canal, destacando en la popular teleserie Amores de mercado.

Cruz-Coke apunta a los números rojos  en los años en que Solari estuvo a la cabeza del canal. Sin embargo, la crisis se venía gestando de antes, desde el primer gobierno de Sebastián Piñera.

La historia del actual Presidente con TVN se remonta a sus años como senador, cuando en 1992 destacó por su participación en la formulación del modelo de autofinanciamiento que el canal mantiene hasta hoy. Un gesto que, sumado a la capitalización que otorgó el gobierno de Patricio Aylwin, evitó la desaparición de la televisora estatal, entregada por la dictadura con deudas multimillonarias.

Para el comienzo de milenio, TVN venía de unos exitosos noventas, en los que dominó la televisión abierta con una destacada área dramática y una carta cultural amplia. Sin embargo, en 2001 llegaría a la dirección ejecutiva del canal Pablo Piñera, hermano menor de Sebastián.

El exconsejero del Banco Central traería una crisis administrativa derivada de una serie de “errores involuntarios” cometidos por el noticiario del canal, destacando la vez que la señal fue acusada de lavar la imagen de un ex agente de la CNI en un reality show. Piñera renunciaría debido a estas presiones el 2004, un año antes de la entrega final del nuevo edificio corporativo del canal, hoy en venta.

Según Luis Breull, “cuando llega Pablo Piñera el canal sufre un desgaste fuerte, una reorientación de discurso como para querer dejar de ser el canal de la transición política y pasar a ser otra cosa, que nunca logró definirse bien”.

 Así, el comienzo del dos mil marcaría la llegada de los tecnócratas a TVN, como lo define Pedro Chaskel. Para el sindicalista, la dirección ejecutiva que sucedió a Pablo Piñera, del ingeniero civil Daniel Fernández (PPD), cambia el relato que regía al canal: “Nosotros somos una plaza pública a donde vienen todos a hablar de todo. [Con Fernández] se abandona esa idea y entra esta sociedad más individualista, más preocupada en el consumo”. Se cambia la plaza por el mall.

A pesar de esto, el canal siguió creciendo sin problemas hasta 2005, el único año de los dos mil donde sufrió pérdidas y que el directorio amortizó con el lease-back del recién inaugurado edificio corporativo al año siguiente.

La crisis administrativa reaparece en 2013, cuando Sebastián Piñera, ya en su tercer año de mandato, elige como presidente de directorio al ingeniero comercial de la Universidad Católica Mikel Uriarte, un operador político de la UDI que presidió la Asociación de Aseguradoras de Chile y Fonasa. La finalidad de Piñera es sacar de la dirección ejecutiva a Mauro Valdés, quien nunca se cuadró por completo con los intereses de La Moneda.

Valdés había sido nombrado por el directorio en 2010, tras la salida de Fernández de la dirección ejecutiva. Una nota del medio electrónico El Mostrador definió al abogado como un hombre ligado a la derecha liberal y al Opus Dei con contactos en la Concertación, un perfil político que no debió haber molestado al entonces recién asumido gobierno.

Sin embargo, Valdés desarrolló una gestión personalista en TVN, donde según fuentes reservadas del medio citado, controlaba cada contenido que emitía el canal. Breull comenta que este ya es un período crítico para un TVN desvestido de gerentes, que “se habían ido a Canal 13 cuando Andrónico Luksic lo compra”.

Durante su permanencia en el cargo, pasaron por la pantalla de la televisora programas polémicos para la derecha como Los Archivos del Cardenal -que recibió críticas del entonces presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín- y Frente al espejo, que en su primer episodio tuvo como entrevistada a Michelle Bachelet, cosa que molestó a la UDI y RN por el “buen trato” que el conductor Julián Elfenbein prodigó a la expresidenta. Finalmente, la cobertura de las protestas estudiantiles de 2011 y su repercusión internacional, habrían colmado la paciencia de Piñera.

Breull y Chaskel afirman que la entrada de Uriarte en este contexto obedeció a un intento de Piñera de sacar a Valdés de la dirección ejecutiva. Sin embargo, no contaba con los votos de la Nueva Mayoría para cesarlo del cargo, por lo que, comenta Breull, “le hace la vida imposible”.

El golpe de Uriarte a Valdés es una de las peores decisiones que ha tomado el canal: no renovar contrato, en 2013, a la histórica directora del área dramática, María Eugenia Rencoret, cerebro tras exitosas teleseries como Aquelarre y Amores de Mercado.

La consecuencia fue una fuga de 120 creativos y actores de la ficción del canal a Mega, incluida Rencoret. El canal del grupo Bethia estrenaría una serie de telenovelas, como Pituca sin lucas y Perdona nuestros pecados, bajo la supervisión de la ex TVN que promediaron los 20 puntos de rating y que, junto al boom de las novelas turcas, posicionaron al canal en el primer lugar de sintonía.

Sin embargo, este no fue un movimiento limpio por parte de Uriarte, pues para lograrlo filtró el contrato que ya tenía acordado Valdés con la directora. El sueldo fue un escándalo que reveló las cifras que tenía la televisión chilena. Al respecto Breull comenta que el contrato de Rencoret “era aproximadamente 75 millones de pesos mensuales y estaba pidiendo renovar por 800 millones anuales”, precio que termina pagando Bethia.

Con la salida de Rencoret, TVN se ahorró el dinero de la renovación de contrato, pero también perdió el núcleo duro de su área dramática, único departamento del canal que para 2013 estaba en números verdes, que aportaba un 50% del avisaje y, por lo tanto, de los ingresos del canal.

Así, a comienzos de 2014, Mikel Uriarte entrega a Ricardo Solari una Televisión Nacional que había caído del primer al tercer puesto en rating, con su área más fuerte desarmada y con un avisaje decreciente. Eso sí, como dijo el diputado Cruz-Coke, con 38 mil millones en caja. “Mikel Uriarte llegó a dejar TVN en cero, o minimizarlo. Ya existen evidencias de los intentos de esta misma administración [de Piñera] en su otro gobierno, de hacer de TVN una cosa irrelevante. Nuestro temor actual es exactamente el mismo”, sentencia Pedro Chaskel.

 

Solari y los números rojos

Para abril de 2014 y con Michelle Bachelet de vuelta en La Moneda, llega a la presidencia del directorio de TVN Ricardo Solari. Ya en 2013 El Mostrador vaticinaba el destino de Solari en la señal pública. “Siempre cae de pie” era la frase que acompañaba al ingeniero comercial y militante socialista, una mezcla de Eugenio Tironi y Enrique Correa, experto lobbista con una amplia agenda de contactos. ¿De tele? Poco y nada.

Junto a Solari llega a la dirección ejecutiva Carmen Gloria López, periodista que aterrizaba en TVN con el currículum de haberse desempeñado por 6 meses como productora ejecutiva del área de reportajes en Canal 13, además de subdirectora y directora de programación de la misma señal. Claramente, asumía con más cartas para la televisión que Solari.

Sin embargo, y como demostraron los números, nada pudieron hacer con la debacle del canal. “Carmen Gloria llegó diciendo ‘no al rating’… y le duró un mes”, comenta Chaskel, “porque decir no al rating es hacer ‘Puro Chile’, un programa de música que tenía 3 puntos de rating. Era totalmente infinanciable”.

Según el mismo Chaskel, algunas de las ideas de López eran buenas, pero que no terminaban de enganchar al público, y otras eran tan malas que provocaron“la decepción de las audiencias. Para 2017 se produce el efecto inverso, que era que aunque produjeras cosas buenas, igual no te iba a ir bien”.

Así programas como “Colegas”, “¿Y tú qué harías?”, “Noticreo”, “Mejor hablar de ciertas cosas”, “4to Medio” y “Mamá a los 15” pasaron con más pena que gloria por el canal, agrandando el forado en las arcas.

Pedro Chaskel apunta, además, a los “gurúes” que llegaban “a vender la pomada” y se iban con los bolsillos llenos. Fue el caso de Eugenio García, publicista famoso por la campaña del “No” en 1988, que regresó al canal en 2015 tras haber sido parte de él en 2002. “Tendrá muchos pergaminos, pero su paso por TVN fue nefasto y con unos sueldos estratosféricos. Un día se fue, no más. Yo creo que habrá hecho el negocio de su vida”, comenta el sindicalista.

Peor aún fue lo sucedido con el área dramática en el periodo de Solari: golpeada tras la renuncia de María Eugenia Rencoret y su equipo de producción, fue encargada al productor y director Álex Bowen, quien fue despedido tras 10 meses en el cargo con ratings bajísimos. A Bowen le siguieron directores que no lograron sacar ningún producto a flote. En 2019, luego de una serie de despidos programados para ahorrar dinero y una tanda de teleseries con bajas audiencias, se cierra definitivamente la histórica área dramática del canal.

Así, en un escenario de competencia trepidante, abaratamiento de costos, fuga de creativos, externalización de producciones, baja en el avisaje y grupos económicos parchando las pérdidas de sus canales, Ricardo Solari, el llamado a ser el hombre fuerte de Bachelet en TVN -y de quien se decía que “siempre caía de pie”- termina por estrellarse de cara contra el suelo, heredando una deuda de 53 mil millones de pesos a la siguiente administración.

 

Piñera vs TVN, segundo round

La gestión deficitaria de López es sucedida en marzo de 2016 por la ingeniera comercial Alicia Hidalgo, que duró 10 meses en el cargo. ¿Quién sería elegido por el directorio para salvar a Televisión Nacional? Jaime de Aguirre, nombre conocido en el canal público, con un exitoso paso como director de programación entre 1991 y 2002, año en que emigró a Chilevisión para ocupar la plaza de director ejecutivo. La señal pasó en 2005 de manos del grupo Cisneros al que sería futuro presidente de Chile, Sebastián Piñera.

Pese a que De Aguirre llevó a Chilevisión al primer lugar de audiencia en 2011, fue cesado de su cargo en 2015, ya con Turner en control de la televisora, debido a pérdidas por 7 mil 900 millones de pesos en año anterior.

Sin embargo, el segundo mandato de Piñera traería la desgracia sobre De Aguirre por una rencilla que se remonta a 2011, cuando el director ejecutivo de Chilevisión aceptó un bono de desempeño por 146 millones mediante boletas ideológicamente falsas cobradas a SQM, Calichera, Aguas Andinas e Inversiones Ilihue. De Aguirre asumió su culpabilidad en 2015, cuando fue despedido del canal privado. Piñera negó su responsabilidad en el ilícito, pero le guardaría rencor hasta llegar nuevamente a la presidencia.

En 2018, Piñera envía a un “segundo Mikel Uriarte”, pero esta vez con el objetivo de sacar a Jaime de Aguirre. Nombra presidente de directorio a Francisco Orrego, abogado pro UDI, exdirector del think tank UDI Libertad y Desarrollo, y cercano a Cristián Larroulet (UDI).

“Orrego llega a hacerle la guerra a De Aguirre. Eso se notó desde el primer minuto. Filtró cosas”, dice Chaskel, aludiendo a la ocasión en que Orrego difundió las condiciones contractuales del director ejecutivo: recibía un sueldo de $18 millones mensuales y una cláusula de $72 millones en tiempo que TVN perdía 9 mil 900 millones de pesos.

Sin embargo, Orrego renunció en noviembre de 2018, a meses de asumir el cargo. Respecto de su renuncia, el hombre de Piñera atribuyó indirectamente la responsabilidad a De Aguirre: “Mientras la gestión de TVN siga en manos de las mismas personas que la llevaron a su actual crisis, no será posible sacar adelante al canal”.

Un mes después, cuenta Chaskel, el Presidente fue entrevistado por TVN en el programa Llegó tu hora. Saludó a De Aguirre en los pasillos del canal, para luego declarar en vivo que, a su juicio, el presidente debería tener más influencia para realizar cambios en el directorio de Televisión Nacional. Días después se habló de que enviaría una ley orgánica para adquirir tales potestades.

De Aguirre renuncia días más tarde. En entrevista con El Mercurio, manifestó que “con la presión del Gobierno se hacía insostenible continuar”. Chaskel respalda a la gestión del director: “De Aguirre sí cacha de esto, logró experimentar dentro de esta misma lógica comercial una cierta mejoría. Piñera lo sacó de la manera más vulgar posible”.

 

¿Qué hacer con TVN?

Tras el anuncio de la puesta en venta del icónico edificio de Televisión Nacional, se avivó el temor a que esta transacción represente el primer paso hacia una futura privatización. Junto con esto surgió también la necesidad de poner en la discusión pública la necesidad de una reforma a la ley reguladora de TVN. Pero, ¿qué modelo podría rescatar a TVN de la quiebra?

Para Javiera Olivares, la situación actual de Televisión Nacional remite a lo que antaño sucedió con el diario La Nación, privatizado en el primer gobierno de Piñera: “[La Nación] se empezó a privatizar de a poco, lo mismo que acá. Se comenzó a despedir gente, después se empezó a hablar de privatización de ciertos espacios, finalmente se habló de la infraestructura, se cambió el diario a otro espacio… O sea, se buscaron distintas formas para finalmente terminar privatizándolo, que es lo que creo que se quiere hacer acá”.

Pedro Chaskel coincide en que una privatización no es el final que la emisora merece: “Nuestro temor actual es exactamente el mismo. Ellos pueden claramente decir, y lo ha repetido la presidenta del directorio [Ana Holuigue] hasta el cansancio, que TVN no se privatiza porque creen en la televisión pública. Pero la pregunta es en cuál televisión pública. ¿A qué le llaman ellos televisión pública?”

Por su parte, Breull ha sido el más ácido en analizar la crisis del canal. Comenta que  “en el gobierno de Piñera 1, el canal termina completamente de derrumbarse en términos de discurso de canal público. Ya no le queda nada, ni siquiera las teleseries”.

Respecto al cambio de modelo que requiere Televisión Nacional, Breull señaló que una nueva ley de financiamiento debe -por lo menos- cubrir el 80% de los gastos que genere el medio, sin quitarle el derecho a seguir participando en la torta publicitaria con el fin de evitar una concentración de patrocinios en los canales privados. Sólo así, sentencia el analista, TVN podrá cumplir con su misión pública sin tener que sobreponer a ello la competencia por avisaje.

Para María Olivia Mönckeberg existe un problema cultural donde la comunicación y la cultura se tienden a poner de lado, en favor de los beneficios económicos. Sin embargo, respecto a la administración del canal manifiesta que “debería hacerse, si es necesaria, una comisión investigadora de la Cámara de Diputados” y “si necesario establecer otras instancias, para que seamos los chilenos y chilenas los que decidamos sobre TVN”.

 

 

Catalina Araya

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

Felipe Arancibia

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile