Es habitual ver montada una suerte de casa en medio de plazas, parques o rincones de transito público. Ropa colgada en peldaños, cocinas improvisadas, mantas y frazadas que se arman como un techo para las personas que viven en la calle. Según cifras del Ministerio de Desarrollo Social, al año 2019, más de 6.059 hombres y mujeres en Chile viven en la calle.

La alimentación y la salud continúa siendo un obstáculo que superar para el gobierno y ONG’s, pues aún fallecen personas constantemente por ambas causas. Fundaciones como Personas de la Calle (1994) o la ONG Voluntariado las Calles, se han empeñado en la realización de ferias de servicio junto a personas sin hogar e ir en ayuda con comida y abrigo.

Código Azul, línea abierta de ayuda del gobierno.

Son cientos los voluntarios que buscan reivindicar la situación de las personas de calle, lo que no significaría entregarles un hogar, pues según creen, no es labor de la sociedad llevar adelante esa tarea, sino del estado. Cada cierto tiempo, las organizaciones y voluntarios realizan charlas donde instruyen a estas personas a conocer sus derechos en tanto vivienda, trabajo o salud, además de escuchar sus exigencias y experiencias.

Carpa hecha de frazadas y trozos de colchones.

Estadísticamente los motivos por los que una persona termina en las calles suelen apuntar a un quiebre sustancial con su entorno. Se encuentran: los problemas de dinero, problemas familiares o de pareja y los de exceso de droga y alcohol. No es extraño que muchas de estas mujeres y hombres continúen con vicios, y aún peor, con problemas mentales y de motricidad, que les impiden acudir por ayuda.

Una habitación improvisada.

Don lucho (93) vive en las plazas y cree que ahí nació. Ha logrado hacerse de un equipo de yoyós y sogas que utiliza para exponer un show lleno de trucos y técnicas varias frente a las personas que transitan por El Centro De Santiago.

Se vanagloria de su estado físico y agradece haber realizado diversas disciplinas como natación, boxeo, danza, pingpong y gimnasia. Sin embargo, también sabe de trabajos en el campo y la carnicería. Ejerciendo esta última labor, cuando tenía cerca de 40 años, se cortó la mitad del dedo índice. Sin embargo, esto no le impide mostrar sus habilidades con el yoyó.

A casi dos años de que se dieran a conocer los resultados del primer registro social para personas en situación de calle -y que les permitió el ingreso al Registro Social de Hogares-, no ha habido actualizaciones de la misma información en las plataformas web de las entidades a cargo.

En agosto de 2017, 10.610 personas vivían en la calle. Entonces, se anunció que se recopilarían antecedentes que determinarían causas, años de estudio, etnia, nacionalidad y acceso a los servicios. Además, se reuniría por primera vez nombre, run y lugar donde habitan las personas en situación de calle. Sin embargo, en 2019, aun no se conocen avances del contexto actual, a pesar de las declaraciones del ministro de Desarrollo (2017), Marcos Barraza, que aludían a un salto cualitativo en la habitabilidad y calidad de vida de las personas en situación de calle.

Hombre de la calle es retirado del espacio público.

Para algunos, el trabajo sigue siendo una opción que les sirve para vivir; ya sea éste formal o informal. Sin embargo, para quienes viven en la calle, las oportunidades y los prejuicios abundan. De acuerdo al Registro Social Calle, de 2017, alrededor 600 personas entre 30 y 59 años tendrían ingresos laborales.

Iván Palma tiene 54 años, y no recuerda muy bien hace cuántos vive cerca de las plazas y parques. Conserva un buen humor y le gusta conversar. Comenta que siempre está acompañado de Dios, que lo cuida y protege. Por eso, carga con una cadena con una cruz de plata. Desearía haber estudiado y accedido a una beca como la mayoría de las personas, estudiar Informática o Publicidad. En nuestra conversación destacó que le ha tocado tratar con gente amable y otras no tanto. “Dios multiplica las buenas acciones, y gracias a él yo soy feliz con lo que tengo”.