El año pasado, el movimiento feminista se tomó las calles del país, y el fútbol no se quedó atrás. Las hinchas de los tres clubes “grandes” decidieron combatir la misoginia en los estadios, creando comisiones de género y colectivos que cuestionan el lenguaje y las conductas machistas que han dominado en las tribunas.

 

La noche del domingo 29 de abril de 2018, una mujer denunció haber sido violada en las cercanías del metro Ñuble por un grupo de hombres, hinchas con camisetas del club de fútbol Universidad de Chile. Desde entonces, la investigación a cargo de la Fiscalía Oriente ha sido infructuosa y –según publicó La Tercera el 11 de mayo–, la víctima renunció a la ayuda psicológica brindada por el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género. Tampoco responde los llamados del Ministerio Público.

A la fecha, no hay detenidos ni sospechosos. Sin embargo, la denuncia gatillaría una serie de manifestaciones que tuvieron su primer hito apenas unos días después de esa noche de abril.

El miércoles 2 de mayo se realizó una concentración en las afueras del Estadio Nacional, en señal de repudio por el episodio. La manifestación fue convocada, entre otras organizaciones feministas, por la comisión de género de la Asamblea de Hinchas Azules (AHA), constituida a fines de 2017 y conocida también como “Las Bulla”. Una integrante de la agrupación, Carolina Rubilar, recuerda que tras conocer la noticia advirtieron que le pudo pasar a cualquiera de ellas. Posiblemente, los responsables estuvieron a su lado en la galería viendo el partido solo unas horas antes. “Hicimos un llamado a manifestarnos afuera del Estadio Nacional en contra de la cultura de la violación, entendiendo que lo sucedido se da un contexto en donde la sociedad permite que esto suceda. Por ejemplo, en los cánticos donde se habla constantemente de abusar sexualmente del rival, un rival feminizado por lo demás”, dice Rubilar.

Tras esta concentración, se formó la Asamblea Feminista de Ñuñoa. Tuvieron su primera reunión el 8 de mayo del 2018, en sintonía con el Mayo Feminista de 2018, cuando mujeres de Chile y el mundo expusieron el problema de la violencia y de las injusticias en su contra. Las mujeres del fútbol también se organizaron.

En febrero, se creó “Nuestra Cruzada”, colectivo de hinchas de la Universidad Católica. Más tarde, en abril, se creó la comisión de género “Rosario Moraga” del Club Social y Deportivo Colo-Colo, además de las acciones de “Las Bulla”. Otros clubes, en regiones, han formado comisiones para trabajar estos temas, como Deportes Concepción y Santiago Wanderers.

La comisión de género “Rosario Moraga” se conformó al alero del Club Social y Deportivo Colo-Colo, institución autónoma de Blanco y Negro S.A, que administra el equipo de fútbol profesional. Comenzó con sus actividades en el contexto del “mes colocolino”, en abril de 2018, integrada por socias del club para quienes la institución aún tenía pendiente el reconocimiento y las participación de las mujeres. Hasta el momento, es la única comisión de género institucionalizada y que trabaja temáticas relacionadas con el feminismo.

Un caso especial es el de la hinchada de Universidad Católica. Si bien la relación con la casa de estudios no es directa, como hinchas entienden lo que esta representa: conocida es su postura contra el aborto (a través de la Red Salud UC). En ese contexto, entre febrero y marzo de 2018 se formó “Nuestra Cruzada”, colectivo que comenzó a asistir a manifestaciones de carácter feminista y a proponer actividades para el equipo de fútbol.

 

Letras machistas

Para un apasionado del fútbol, pareciera que alentar a su equipo lo es todo. Ir al estadio no solo significa mirar el partido, sino que también corear junto a otros barristas los cánticos de aliento al equipo de sus amores. Pero aparte de pasión, ¿qué expresan los cánticos? La mayoría de las letras exudan misoginia, falocentrismo y homofobia. Se hace alusión a la penetración del equipo contrario y de sus hinchas como sinónimo de ganar y ser campeón, validando así una cultura de la violación.

El periodista, sociólogo y socio del Club Deportivo Magallanes, Eduardo Santa Cruz, comenta que “la cultura machista chilena está subordinada crecientemente, pero no está extinta. El tipo no se atreve a ser machista, pero no significa que no lo sea. Lo que pasa con los gritos de las hinchadas es que se manifiesta algo que está latente, que está ahí por debajo, que no se ha erradicado. Lo que sí se ha logrado es que se considera que no está bien. Pero igual pasa”. Para el académico, la construcción del espacio de las hinchadas sigue respondiendo a los rasgos culturales de la sociedad, la cual continúa reproduciendo una ideología patriarcal.

Para muchos hinchas, esto es parte de la idiosincrasia del fútbol: no va a cambiar y no es algo de lo cual preocuparse. Pero hay un problema. El lenguaje, al decir de autores como el filósofo Juan Manuel Briceño, termina expresando la manera que tenemos de percibir el mundo: “La estructura del mundo, tal como lo concibe y utiliza el hombre, es lingüística”. Visto así, estos gritos son un llamado a la violencia.

Las hinchadas, históricamente, han sido un espacio masculinizado. Como observa Carolina Cabello,  socióloga e integrante del movimiento 15 de agosto, “nunca en la historia [del fútbol] hemos sido ajenas las mujeres, aunque los hombres hayan creado las estructuras que nos excluyeron de ella”. Cabello relata que, para la final del campeonato nacional de 1958, micros repletas de mujeres viajaron hasta Rancagua para ver la final entre O’Higgins y Santiago Wanderers.

Eduardo Santa Cruz añade, por su parte, que hay huellas tempranas de la participación de mujeres como hinchas. Por ejemplo, en un partido jugado en canchas del Club Hípico, se diferenciaron las entradas entre “damas y varones”, siendo las primeras más baratas, por lo que se puede asegurar que estaban en el estadio, aunque con un trato diferenciado.

El periodista y sociólogo observa dos hitos de las asistencia femenina. El primero es el mundial de Chile, en 1962. En segundo lugar, está la inclusión de la Universidad de Chile y la Universidad Católica. “Siempre la revista Estadio dijo eso, aunque no hay datos empíricos que te lo comprueben o te lo rechacen. Eso habría traído una hinchada más plural desde el punto de vista del género”, dice.

Todo lo anterior sugiere que la mujer siempre fue espectadora de fútbol. En menor cantidad, pero estaba. El principal problema, para Santa Cruz, tiene que ver con la creencia de que existían ciertos deportes para hombres y otros para mujeres. “Se usaba un argumento que decía que las mujeres tenían que practicar deportes que exaltaran su feminidad y no que la ahombraran, como el boxeo y el fútbol”.

Varias décadas después, el panorama sería otro. El notable desempeño de la selección femenina en la Copa América disputada el año pasado en Chile, fue conocido a través de la televisión abierta. La seleccionada María José Urrutia reconoce el avance, pero dice que “tuvimos que ser peak en la Copa América para que nos transmitieran, que la gente acampara en el estadio para tener una entrada. Antes, con suerte daban nuestros partidos vía Facebook. Tuvo que pasar todo eso para que se dieran cuenta de que el fútbol femenino podía marcar a la hinchada”.

 

La irrupción del feminismo

C. S. Z., integrante de “Nuestra Cruzada”, dice que una de los principales objetivos de su agrupación es erradicar toda expresión de machismo en los cánticos de la hinchada: “Solo pedimos que no canten que se van a culear a alguien, pero, para algunos, les estás pidiendo que cambien su esencia. Dicen que nosotras entramos en un ambiente de hombres y tenemos que adaptarnos. Se enseña que es parte del folclor del fútbol, pero la misoginia y el patriarcado no lo son”.

Los cánticos son de los aspectos más criticados por las organizaciones feministas de las hinchadas. “El cuico no lo puede creer, el cuico no lo puede creer, Los de Abajo es lo más grande y la U. de Chile los culió otra vez”. Esto se puede escuchar en cualquier partido que enfrente a la “U” y la “UC”. “Somos los indios más locos, tú lo puedes ver, eres una madre y hoy tendrás que correr. Para de correr (chuncho conchetumare), porque el albo es tu padre. Para de correr (chuncho conchetumare), porque no tienes aguante”, se puede escuchar en un superclásico entre Colo-Colo y la “U”. “Las Bulla”, por su parte, intentan cambiar esto dentro del estadio, cantando: “El cuico no lo puede creer, el cuico no lo puede creer, Los de Abajo es lo más grande y la U. de Chile les ganó otra vez”. Daniela González, integrante de la comisión de género de la AHA, comenta que la barra es un espacio que los hombres defienden mucho; es donde pueden exacerbar y expresar todo lo que reprimen en la cotidianidad, “por lo que cuidan mucho que no haya mujeres”.

Las respuestas de los hinchas a la creación de comisiones de género han sido diversas: desde apoyo hasta repudio y hostilidad. C.S.Z. comenta que en la hinchada de “Los Cruzados” no han sido bien recibidas y que hasta las han insultado. “Hemos encontrado muchos detractores, sobre todo por lo que nos escriben. Nosotras empezamos a dejar registro de esas cosas porque es demasiada violencia”, explica. La recepción a la “Rosario Moraga”, en tanto, ha habido de todo. Marisela Franco, coordinadora de esta comisión, cuenta que algunos intentan ridiculizar su trabajo. Por ejemplo, el día en que se votó el aborto legal en Argentina, hinchas de Colo-Colo les reprochaban querer “matar fetos garreros” o “a los futuros campeones de América”. Sin embargo, dice que otros simpatizantes del cuadro popular han entendido sus objetivos y sus críticas.

Si bien su primer objetivo era trabajar dentro del club, profesores de un colegio las contactaron para realizar charlas a seis de sus cursos. Todo, con el convencimiento de que el fútbol es una buena herramienta para entender y visualizar los problemas derivados del machismo. Por otra parte, el cambio de estatutos del Club Social y Deportivo Colo-Colo tendrá como resultado una ley de cuotas: para 2022, el directorio estará compuesto en un 40 por ciento por mujeres.

El panorama que viven “Las Bulla” es diferente. Nacidas al alero de la AHA, que busca la salida de Azul-Azul de la administración del club Universidad de Chile, advirtieron un vacío en cuanto a género. Daniela González explica que no trabajan directamente con otras agrupaciones de hinchas, ya que su foco está en cambiar, primero, su entorno. Si bien sabe que las expresiones de machismo son constantes en “Los de Abajo”, piensa que la hinchada de la “U” es distinta. Para el clásico universitario de octubre de 2018, hicieron un llamado a utilizar pañuelos verdes en apoyo al aborto libre, aprovechando que jugaban contra la UC, club que lleva “el nombre y la cruz en el pecho”. El grupo de mujeres puso carteles en las puertas 12 y 17 del Estadio Nacional. Ambos decían: “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”. En tanto, otras hinchas encendían bengalas.

La articulación feminista en las hinchadas es fundamental en la lucha contra el machismo dentro del estadio. C. S. Z. cuenta que con su agrupación viajó a Quillota para conversar sobre feminismo con las hinchas de San Luis, además de unirse con la comisión de género de Colo-Colo y Deportes Concepción como coordinadora de agrupación del fútbol feminista. Marisela Franco, por su parte, dice que “las historias que escuchábamos de compañeras de otros equipos eran nuestra misma historia, con la diferencia de la insignia en la camiseta. La solución no pasa por cambiar a un club, sino por cambiar a generaciones venideras, y una cultura que está inserta en un área predominantemente machista”.

“No es que podamos hacer la revolución feminista y que de pronto el estadio deje de ser machista. Creo que en incluso en el estadio costará mucho más”, comenta Daniela González. “No sé si alcance a ver la hinchada libre de machismo. Va para largo”.

Anaís Tapia

Estudiante de periodismo de l Universidad de Chile.

Gabriela Pineda

Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile.

José Ojeda Vargas

Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile.